Es tan disfrutable este momento de absoluta ansiedad y absoluta emoción. Es como cuando estás aprendiendo a esquiar, y no tenés conciencia del peligro porque nunca te caíste y te lanzás como loquito porque no sabés qué tan dolorosa puede ser la caída... pero la sensación, la sensación de estar ahí parado a punto de tirarte al vacío, ahí, con TODO TU CUERPO, guauuu, que fuerte.
Siento lo mismo ahora, estoy lista para lanzarme con todo, aunque no tenga la seguridad de que no me voy a reventar contra la nieve blanca, en definitiva si eso sucede, tendré que levantarme y volver a intentarlo, y siempre existe la posibilidad de que venga algún esquiador por atrás a darte una mano y alcanzarte nuevamente el bastón que perdiste en el camino. Y aún ahí tirado con la frustración de caerte a cada rato, el momento de volver a tirarte es grandioso cada vez, siempre es grandioso, cada vez es grandioso, no se agota.
Algo así siento, que estoy en la montaña de la pista difícil porque la de principiantes estaba cerrada, y no me voy a volver en la aerosilla porque me quiero lanzar, y no se cómo es, pero me voy a tirar, hacia adelante, haciéndome amiga de la gravedad, y pasará lo que pase pero aprenderé a doblar en el camino.
Me enamoré otra vez de hacer teatro. Qué lindo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario